viernes, 25 de octubre de 2013

Tus (mis) recuer2



Eres tu, hoy sí, estoy segura. Miro al cielo y contemplo las nubes blancas, lentas, y me acuerdo de ti como si fueras una exhalacion, un recuerdo imborrable en mi mente vacía de sentimiento. ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué te fuiste? Siempre es pronto para irse de aquí, nadie nos enseña a aceptar las despedidas definitivas, esos "adiós cariño, hasta siempre".
Me quedo embobada mirando a la nada, pensando que habrá sido de ti, a quién harás sonreir ahora. No me apetece nada más que ver pasar las nubes blancas sobre el cielo azul de ciudad, ese cielo que tantas veces me ha visto llorar por tu ausencia y que en tantas ocasiones ha sido el destinatario de mis pensamientos más absurdos e irracionales sobre la vida.
Ahora mismo estoy viendo una nube con forma de cisne, pero cuando pasa por detrás de las chimeneas que coronan la quietud de la ciudad, su forma se desvanece, se evapora lentamente como el agua encharcada en el mes de julio, como el corazón ante tu ausencia.
¿Donde estarás? A veces te noto, siento tu presencia en mi espalda, caminando cerca de mi cuando me cruzo con la ardilla por las mañanas en el parque. Pero sé que no estás, por eso me cambié de casa, para poder ver el cielo todos los dias, para sentarme por las tardes al lado de la ventana y, entre lectura y cabezada, mirarte y pensarte en el horizonte, en ese azul cielo más allá de las chimeneas humeantes de invierno. Se que te gustaría mi nuevo hogar, porque es muy luminoso y tranquilo, pero sigo sin quitar ese gato doraro chino que tan nerviosa te ponía cuando te centrabas en el movimiento de su pata.
Siguen paseando algunas nubes pero ya no tienen formas, se han vuelto todas alargadas y rosáceas, del color del atardecer, como los que tanto disfrutabas comiendo un helado y paseando al lado del mar. De eso hace ya más tiempo del que me gustaría, pero no puedo volver hacia atras, asi que me conformaré con el recuerdo de tu sonrisa, de cómo me mirabas fijamente cuando te contaba las cosas, de lo feliz que me hacía abrazar tu cuerpo pequeño, de las notas que ibas dejando siempre en tu cartera, de cómo te balanceabas en esa mecedora naranja raída por el paso del tiempo.
Por cierto, creo que acabo de ver una nube con forma de ardilla... No me queda mas remedio que sonreir.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Always



- ¿De verdad llegaste a volar?
- Claro, en aquel sueño en el que perseguía mi destino y, empujada por una brisa marina, de repente me lancé al vacío y empecé a elevarme sobre las olas que rompían en el acantilado. Volé, volé con todas mis fuerzas. Volé, sintiendo que simplemente era aire sobre aire. Volé, sobre casas de colores, sobre chimeneas de algodón de azúcar, sobre ríos de pensamientos arrastrados. Volé sobre verdes y rojos y azules y amarillos.
- ¿Y qué sentiste?
- Que en cualquier momento me podía caer...


jueves, 11 de abril de 2013

Recuerdos


Ese fin de semana de hace ya mucho tiempo, fui a verle a su casa, pero no me contestó nadie. Estuve intentando localizarle durante semanas pero no dio señales de vida. Me preocupé. Mucho. Demasiado. Su silencio desató mi verborrea mental. Le maldije, me enfadé, deseé vilmente que le hubiera pasado algo que justificara su ausencia. Esperé durante noches y mañanas y tardes a que sonara mi teléfono.

Nada.

Silencio.

Me llamó un jueves a media tarde. Simplemente me dijo que había estado muy ocupado ordenando recuerdos, cada uno de ellos en su correspondiente rincón de la estantería. No hizo ni falta que se lo preguntara. Me dijo que sí, que a mí también me había ubicado en el rinconcito de los recuerdos cercanos.

No supe nada más de él hasta hoy, al recibir una carta con una foto de una playa desierta y una nota escrita en ella: “¿Recuerdas lo felices que fuimos haciendo el amor sobre esa arena mojada?”

He llorado de melancolía y de tristeza por la felicidad perdida, esa que se quedó en la esquina de la parte de arriba de esa estantería de madera de esa buhardilla del centro de la ciudad. Le hubiera odiado más que en mi vida, de no haber contestado a una llamada de un número desconocido, en la que una voz quebrada por la angustia me dijo: “disculpa, pero es que he estado ordenando recuerdos durante todo este tiempo”.

Y entonces, recordé…


martes, 29 de enero de 2013

Desvestirse...



-         ¿Bailas conmigo?
-         ¿Me dejarás desnudarte con la mirada?
-         ¿Antes o después de que hayamos bailado?
-   ¿Cómo que antes o después? ¿No lo puedo hacer mientras te agarro por la cintura y damos vueltas sobre la cama?
-         ¿Las vueltas las daremos bailando?
-         ¿Si no, cómo?
-         ¿Realmente importa? ¿Puedo empezar ya a desnudarte con la mirada?
-         ¿Acaso no lo has hecho?

Y con tanto interrogante, no les quedó más remedio que dejar de preguntar, porque sus lenguas húmedas no buscaban, precisamente, ninguna respuesta…