lunes, 30 de enero de 2012

sábado, 28 de enero de 2012

Tú me haces más fuerte


"Y yo, que no puedo estar sin ti
no he encontrado la manera
de que no tengas que morir.
Si te quedas quieta ahi
yo te grabo en mi cabeza
cuando no paras de reir."

Jóvenes eternamente, Pol 3.14



viernes, 27 de enero de 2012

Esas noches




Hay noches de una quietud extraña, de esas que el silencio es el único acompañante, en las que las sábanas limpias acarician suavemente la piel, erizándola. Hay noches en que los pensamientos se desvanecen para dar paso a caricias furtivas, de las que surgen sin pensar, de esas que hacen que perdamos la decencia, cuando el calor del cuerpo hace que cualquier palabra se convierta en labios susurrando la necesidad de ser besados. Hay noches en que las miradas reflejan cualquier cosa menos inocencia, cuando el aroma de la piel emana flor de loto, y deja de importar todo lo que suceda fuera de la habitación.
Hay noches en las que pensar en ti me resulta imposible, porque tu recuerdo se borra entre miradas, caricias, aromas, sábanas arrugadas, besos interminables y pensamientos pasajeros envueltos de deseo ajeno. Hay noches en que la razón te desvirtúa, en las que tu piel es tan sólo un vago recuerdo que se va perdiendo en el limbo de un nuevo anhelo. Y es en esas noches cuando vuelvo a respirar...


miércoles, 25 de enero de 2012

lunes, 23 de enero de 2012

Principio de Entropía


Me cuesta mucho entender las leyes físicas que rigen el Universo; ni las entiendo ni las recuerdo, a excepción de una: el Principio de Entropía. Hace años mi hermano me la explicó pacientemente, para intentar darme un razonamiento al por qué del sin-sentido de la vida en momentos concretos.
A grosso modo y de una manera muy superficial, lo poco que entiendo es que la entropía describe lo irreversible de los sistemas termodinámicos. Procede del griego y significa evolución o transformación. Cuando se plantea la pregunta de por qué ocurren los sucesos en la naturaleza de una manera determinada y no de otra diferente, se busca una respuesta que indique cuál es el sentido de los mismos. El Universo tiende a distribuir la energía uniformemente, es decir, a maximizar la entropía, que se alcanzará de manera plena cuando se acerque al equilibrio.
Y desde entonces, siempre que aparecen circunstancias azarosas que desordenan por completo mi vida, pienso en este Principio, en que tan sólo es cuestión de esperar a que todo vuelva a su grado de homogeneidad, a la normalidad.
Gracias T., por ayudarme a encontrar explicación a esos momentos en los que parece que los pedazos rotos del corazón y de la razón no volverán a juntarse nunca, porque ya me hiciste ver que es sólo cuestión de tiempo, que todo tiende al equilibrio, para después desequilibrarse nuevamente, justo cuando has logrado recomponer el puzzle racional y pasional, cuando has logrado ser feliz, y así una y otra vez…
Y entonces pienso y siento que no está todo perdido...


domingo, 22 de enero de 2012

I will survive




¿Quien no tiene un leitmotiv en su vida? Pues este es el mio. I will survive. Tres simples palabras que hace años cambiaron mi vida para siempre. Porque me dan la fuerza que a veces no tengo, porque me reviven el sentimiento que en ocasiones pierdo, porque son mi luz en los momentos oscuros y de tristeza, porque me ayudan a sonreir cuando más lo necesito. Porque siempre hay un motivo para sobrevivir.


jueves, 19 de enero de 2012

Conjugación nº 28 del verbo recordar

                                                                                            Misequis


Recuerdo. Recuerdas. Recuerda. Recordamos. Recordáis. Recuerdan.

¿Lo recuerdas? Claro, como no voy a recordarlo, si estábamos tu y yo temblando, presos del miedo y la pasión. ¿Cuánto hace de eso? Creo que ya fue hace mucho, demasiado quizás. Nunca es demasiado, y menos para recordar ese día que cambió el curso de nuestra historia. Tienes razón. Ahora incluso lo veo como más cercano; será porque estoy sintiendo un escalofrío por mi espalda, el mismo que sentí ese día. ¿Has sido tu? Si, pero no te he tocado, simplemente te he pensado.

Me gusta recordar ese día. ¿Sabes que es lo único que ha cambiado? Que mi recuerdo se pierde en un campo de espigas de trigo, mientras que ahora estamos rodeados de mar. ¿Oyes el vaivén de las olas? Si, lo siento, me apacigua. ¿Crees que nosotros seríamos como esa gaviota que está echando a volar? No, nos veo más como a las conchas de la arena. ¿Estáticas? No, para nada; por muchos temporales y mareas que sufran, van y vienen, pero siempre formarán parte del mar, se irán desgastando y se acabarán convirtiendo en arena, para así permanecer eternas en el fondo del océano.

Me gusta. Entonces no digas más. Sólo una cosa: gracias por hacerme sonreír. ¿Lo dudabas? No. Pues ahora, tan sólo cierra los ojos y déjate llevar... 



miércoles, 18 de enero de 2012

Mañanas de Montmartre

Hay mañanas en las que me despierto, remoloneando en la cama porque no sé exactamente qué día es, y me visto como una autómata y salgo a la calle con aire despistado, caminando con rumbo y destino pero sin querer tenerlos. Y entonces siento que esta ciudad, hoy, no es mi sitio ni mi hogar, no quiero estar aquí ni llegar a mi despacho, ni recorrer sus calles, ni empaparme de su tráfico ni de sus peatones ni de sus tiendas ni de la incertidumbre de un nuevo día en ella.


Hay mañanas, en las que daría lo que fuera por abrir los ojos y estar en París, perdida en cualquier callejuela del barrio de Montmartre, buscando la impronta de acuarelas de artistas olvidados, de melodías cantadas por voces desgarradas, de amores efímeros y pasajeros, de los que una se olvida sin darse cuenta. Hay mañanas, en las que necesitaría abrir mi mente al sentimiento melancólico de Edith Piaf, a la genialidad  cubista de Picasso, a las naturalezas muertas de Georges Braque y a los colores de cabaret de Toulouse-Lautrec. Hay mañanas en las que desearía despertarme con el aroma de café recién hecho, en una cama de sábanas blancas de una buhardilla soleada, después de que cualquier escultor novel haya pasado la noche  entera moldeando pausadamente mi cuerpo desnudo, y bajar a pasear entre esas calles parisinas repletas de deseos, ilusiones, decepciones, encuentros y desencuentros, pintores y músicos callejeros. Y comprar un ramo de flores, y subir a la buhardilla soleada, y poner las rosas en un jarrón de cobre viejo, y empaparme de su aroma, y sentirme viva, y emocionarme como esa primera mañana en la que, mientras me desperezaba de una noche gris, abrí los ojos e imaginé que despertaba en Paris.


martes, 17 de enero de 2012

Carreteras


Hay carreteras que llevan a hogares cálidos, a costas abruptas, a playas de arena, a colinas de lomas verdes y suaves, a bosques de pinos, a mesetas áridas, a montañas nevadas, a ciudades vacías, a campos de amapolas, a rincones perdidos de ciudades bulliciosas, a lagos de agua cristalina, a senderos oscuros entre nogales... Hay carreteras que llevan lejos, otras a caminos que no tienen salida. Unas están asfaltadas, y otras hechas con remiendos de piedras y barro. Unas carreteras son el comienzo del camino, y otras el final.

No me importa la carretera que coja, en la que me pierda, cuántas curvas tenga o cuánta niebla, lluvia o sol encuentre por el camino. Cualquiera de ellas, sin duda, sé que me lleva a ti.



lunes, 16 de enero de 2012

El por qué de π



π (pi) es la relación entre la longitud de una circunferencia y su diámetro, en geometría euclidiana. Es un número irracional y una de las constantes matemáticas más importantes. Se emplea frecuentemente en matemáticas, física e ingeniería. El valor numérico de π, truncado a sus primeras cifras, es el siguiente: 

π ≈ 3,14159265358979323846... 

Sin entender yo ni de matemáticas, ni de física ni de ingeniería, es un número que, simplemente, me gusta. Por ser irracional, por ser trascendente, por haber cautivado a los eruditos desde tiempos del antiguo Egipto. Porque un número tan especial no me deja indiferente. Porque la búsqueda del mayor número de decimales del número π ha supuesto un esfuezo continuo de muchos científicos a lo largo de la historia; al fin y al cabo, como la búsqueda incesante del por qué de las cosas que desconocemos. Porque es uno de los números más importantes de una persona muy cercana. Porque es un número infinito, como el Universo y los principios fundamentales que lo rigen, como el origen del Todo.

Y aún me fascina mucho más 2π, porque representa un período de 360º, una circunferencia perfecta, una vuelta entera, un círculo cerrado, con un comienzo y un fin, o sin ninguno de ellos, en función de cómo se interprete, como los pensamientos, los sentimientos, las ideas, los objetivos vitales, que aunque  a veces no sabemos ni dónde ni cuándo han empezado ni tampoco cuando ni dónde van a acabar (o si), luchamos por cerrarlos, para que formen en nuestra vida ese círculo que nos recuerda que somos pequeñas partes (pero no por ello menos importantes) de un Todo.

Espero que esta nueva aventura circular, merezca la pena.