lunes, 30 de noviembre de 2015

Toc toc


Oí la puerta y me asusté, porque a esas horas es demasiado raro que alguien venga a mi casa a despertarme. Me levanté y miré disimuladamente por la mirilla de la puerta. No vi a nadie, solo oía un pequeño revoloteo de alas en la oscuridad. Me extrañé. ¿Quién es? Silencio ¿Quién anda ahí a estas horas? Silencio. Me quedé un rato inmóvil y el revoloteo pasó a ser como un zumbido de aspas de molino. De repente, me paralicé al darme cuenta de lo que pasaba. Abrí la puerta sigilosamente y allí estaba, agazapado entre las sombras, mirándome a los ojos y sonriendo con malicia. Sabía que estaba asustada, pero le devolví una sonrisa que no le gustó. Entra, le dije, pero se quedó en el rincón. Le miré desafiante, con mis pupilas clavadas en las suyas, y le volví a sonreir. Cesó el zumbido. Llevo tiempo esperándote, lo sabes, pero no pensé que vinieras hoy. Te diría que volvieras otro día, pero ya que me has despertado, hablemos para poner punto y final a esto. Se levantó de entre las sombras y vino hacia mi, despacio y con aire triunfante. Quería entrar en casa, pero le paré justo antes de que entrara. Son muchas noches detrás de la puerta, le dije, ya está bien de perseguirme. No conseguirás lo que pretendes, porque no me voy a dejar vencer, tengo muchas armas que te puedo arrojar ahora mismo para que huyas despavorido, pero no será necesario. Tantas noches de insomnio por tu culpa se van a acabar. Vete por donde has venido, que te traguen las sombras y la oscuridad, vuelve al sitio de donde nunca debiste salir. Hizo el intento de acercarse más, pero cerré la puerta justo a tiempo. Me quedé un rato escuchando el silencio y aun temerosa, volví a abrir la puerta. Ya no estaba, ni rastro de su sombra enfermiza, ni zumbido de molinos de viento ni de las quimeras que antaño dolían. 
Y por fin, pude dormir. Esa madrugada cualquiera de ese día cualquiera, me metí en la cama tranquila, porque fui capaz de hacerlo, porque le vencí, mirándole directamente a los ojos.
Hasta siempre, miedo...


viernes, 27 de noviembre de 2015

Back to write



- ¿Por qué has vuelto a escribir?
- ¿Por qué no?
- Hace demasiado tiempo que no cogías la pluma y el papel. ¿Por qué ahora?
- Precisamente por eso, porque nunca es tarde para retomar las pequeñas cosas que nos hacen sonreir. Tenemos menos tiempo del que pensamos y algunas palabras queman la punta de los dedos.
- Pues cuéntalas, como has hecho hasta ahora.
- Lo haré, pero grabándolas a tinta para que no se desvanezcan con el paso de los años. ¿Me leerás?
- Lo intentaré, pero sabes que siempre he sido más de palabras en bares.
- Lo harás, me lo dice tu mirada y el libro de filosofía de trescientas páginas que llevas debajo del brazo.
Y sonrió...