viernes, 14 de diciembre de 2012

Superheroína

Ahora sé que, en el fondo, siempre supiste que tenía una vida secreta, si no, ¿por qué tendría que irme sigilosamente de madrugada mientras tu estabas durmiendo profundamente? Aún a sabiendas que lo que más paz me da en esta vida es dormir contigo… ¿Dónde pensabas que estaba cuando te despertabas al alba y veías que yo justo en ese momento estaba entrado por la puerta? Nunca me preguntaste, todos estos años has confiado en mí ciegamente. Con una simple mirada al fondo de mis pensamientos sabías que no te abandonaba por mi propia voluntad, por eso te he entregado mi alma, por eso cada día que he pasado a tu lado me ha dado más fuerzas para seguir luchando contra las injusticias del mundo real, de ese mundo que tanto nos hiere y nos hace llorar.


E ingenua de mí, estaba convencida que no sabías nada. Hasta hoy, hasta que he vuelto a casa y he visto que me habías lavado y planchado mi traje de superheroína, ese que tantos golpes se ha llevado pero que tantas alegrías y tranquilidad ha regalado. En el preciso instante en el que he visto que mi traje rojo estaba en una caja nueva, sin esquinas raídas ni humedades en la tapa, mi razón ha dado un vuelco a mi corazón, sabiendo que había llegado el momento de guardar para siempre el traje en su caja y dejarlo al fondo del armario, ese lugar que nunca ve la luz y al que van todos los recuerdos olvidados. Porque después de intentar salvar el mundo durante tantos años, quizás haya llegado el momento de que algún otro de los que se pasean por la ciudad, sombras veloces que con sus capas y mallas ceñidas se mueven por el silencio de la noche, me releve en mi empeño de conseguir imposibles.

Sé que me costará despedirme de esas botas rojas y del corpiño ribeteado de hilo dorado, porque me hacían sentir segura y capaz de superar cualquier adversidad. Tendré que empezar a vivir sin la certeza de la victoria, a no pasearme por los tejados con mi antifaz y mi látigo, a dejar de salvar personas insalvables, a abrir el armario y luchar contra mis ganas de coger la caja que hay al fondo, debajo de los zapatos, para acordarme que, al fin y al cabo, a partir de ahora puedo ser Tu superheroína y disfrutar, día tras día, de la tranquilidad de tu respiración durante toda la noche… Quizás me dedique a salvarte en sueños, quién sabe…



miércoles, 12 de diciembre de 2012

Pinceladas de colores


Hubo un tiempo en el que no sabías de qué color era la vida, en el que sentías y amabas en blanco y negro, intentando vislumbrar un poco de gris entre tanta monotonía. Hubo un tiempo en el que eras un autómata aferrado a una realidad sin matices, sin tonos y sin emociones. En ese tiempo creías ser inmensamente feliz, porque era lo único que conocías y que estabas dispuesto a conocer, porque los naranjas y los rojos eran para ti simples reflejos de melocotones y cerezas. 




Entonces un día, saliendo de esa tienda de libros de segunda mano que tanto te gustaba, entraste sin saber muy bien por qué, en aquel almacén sucio, oscuro y olvidado, por el que tantas veces habías pasado de largo. Y libro recién comprado en mano, esperando encontrar un nuevo argumento que te hiciera soñar, fuiste caminando por su tedioso pasillo hasta el final, donde había una luz bonita, pensabando en que te encontrarías con otra esquina cualquiera en la que se acumula el polvo del olvido… Pero tu realidad empezó a desvanecerse cuando saliste a la luz y una explosión de colores invadió tu mirada, tu mente, tus sentidos y tus pensamientos más profundos.

- ¿Colores? (Pensaste). Me gustan, son preciosos. Me hacen sentir vivo ¿Y si los cambio por esos grises que tanto tiempo me han acompañado? ¿Y si dejo de lado las esquinas polvorientas y grises por este algo especial pero desconocido? ¿Y si...? ¿Entonces...?

Tantas preguntas te hiciste en tan poco tiempo, que te invadió el miedo a tal belleza y saliste despavorido del almacén, para nunca volver a entrar en él… Y desde ese día sigues pensando en cómo sería el mundo pintado de colores, qué pasaría si cambiaras tus negros, blancos y grises por esos colores que durante unos minutos eternos pudiste saborear hace, quizás, demasiado tiempo, y que nunca te atreviste  tocar. Los imaginas, día tras día, una y otra vez. Algo dentro de ti te impulsa a tomar las riendas de color para tu vida, pero nunca acabas de hacerlo...

- ¿De qué tienes miedo? Ah, ¿que no lo tienes? Ja! Entonces, ¿a qué estás esperando para vivir, de una vez por todas, en color?


viernes, 7 de diciembre de 2012