¿Te acuerdas de ese atardecer al lado del mar? Estabas preciosa, con tu mirada verde perdida en el infinito, las gotas de agua salada resbalando por tu oreja... Siempre fuiste sensual. Tus labios perfectos susurrándome al oído lo mucho que deseabas poseerme encima de una roca caliente, como tú, como la profundidad de tus sentimientos impuros. Eras perfecta, cual espejismo en medio de las dunas de Merzouga un día caluroso de otoño.Estudiaba cada movimiento de tu cuerpo como si fuera el último que sentiría cerca... Y lo fue, porque desde entonces, moras en mis sueños más húmedos, sobrevolando la realidad que cada noche tengo que aceptar, porque desde que te fuiste de mi vida, el silencio contenido es lo único que me recuerda que una tarde de verano, al lado del mar, fui muy feliz...
miércoles, 28 de agosto de 2024
Cinco palabras
martes, 7 de mayo de 2024
Sigilo
Hay noches en las que desapareces, sigilosa, entre las cortinas blancas de mi habitación, y mañanas en las que te siento a mi lado, mirándome, sonriéndome, como solías hacer cuando los atardeceres aún nos pertenecían.
Hay noches en las que apareces, de repente, con tu camisa de colores extravagantes, esa que tanto te gustaba ponerte en las noches cálidas de verano. Te acurrucas junto a mí y sueñas con miedos y barreras, mientras yo estoy en duermevela, observándote en silencio, quieta, para no despertarte, sintiendo el calor de tu espalda en mi pecho. Acabo durmiéndome. Y al abrir los ojos, con las primeras luces del sol, ya no estás, has desaparecido, como tan sólo tú sabes hacerlo. Sigue el aroma de tu piel en la cama.
Hay mañanas y noches en las que pienso que me gustaría no haberte conocido. Paro. Pienso. Cierro los ojos. Abro la mente. Respiro profundamente cuatro veces. Abro los ojos. Me veo en el espejo y me cuesta retenerme la mirada. Cierro los ojos. Respiro. Me pongo a llorar. Quietud.
Hay noches y mañanas en las que doy gracias a la vida por haber cruzado nuestros caminos, porque la conexión y la ilusión vital que me has regalado, están fuera de toda razón aparente.
Ambivalencia afectiva.
Y mientras, tú, ajena a todo, apareces y desapareces de la nada, con tu sonrisa intacta. Eras demasiado perfecta para ser real, por eso sólo puedo evocarte en mis recuerdos, porque si me dejaras tocarte, te evaporarías...
domingo, 24 de marzo de 2024
Algún día
En la quietud de la noche, cuando los párpados luchan por no cerrarse y el silencio maquilla cualquier ápice de realidad, apareces tú de repente en mis quimeras imposibles, altiva, magnánima, insolente, sabiendo del poder que evoca una sola de tus miradas azules. Tu esencia distante, tus barreras conscientes, tu cicatriz infinita y tu sonrisa esquiva son espinas que marcan mi piel, la que no quieres rozar, porque mi energía te provoca un estallido de inseguridades certeras.
Eres diferente a cualquier otra, por tus palabras, por tus rimas asonantes, por tus gestos, por tu espacio, por tu forma de moverte, por tu claridad mental, por el chasquido de tus dedos acompañando anécdotas, por tu suspicacia, por tu halo de melancolía, por tu no querer estar pero sin querer irte. Tus ojos no mienten, y en ellos se generan dudas que van y vienen como un oleaje repentino en un mar en calma. O no. Quizás es mi mente la que no quiere saber, la que lucha contra una espera agridulce de una realidad que nunca será.
Cierro los ojos e intento recordarte, pero soy incapaz de delimitar los bordes de tu boca, porque estás borrosa, como si te estuvieras moviendo entre la niebla. Por un instante llegué a pensar que sería capaz de tener el poder de torcer el destino, pero cuando abro nuevamente las pupilas, veo un horizonte difuminado, demasiado lejano para sentir el tacto de tu piel, esa que deseo en silencio. Sólo entonces sé que el falso poder creado sobre anhelos irreales, se acaba desvaneciendo entre cervezas y teatros.
Un suspiro fugaz, a destiempo, como el conocerte. Una ráfaga de viento cálido, de las que queman, como tu escueto paso por mi vida. Un sentir y no poder expresarlo, porque las apariciones estelares de una noche no son lo tuyo. Un podrías haber sido, quién sabe, pero no era tu momento. Silencio.
Algún día te confesaré lo feliz que he sido este tiempo por la doble casualidad de tropezarme contigo en el azar de la vida. Algún día, no muy lejano, seré valiente y fuerte para desaparecer de los planes bizarros que tanto nos divierten. Algún día, quizás, te acuerdes de mí, mientras estés mirando al mar con tu jersey de coderas...
miércoles, 3 de enero de 2024
Efe
"Te vi follar y fallar
y no sé cuándo me gustaste más:
cuando te contemplé proclamándote diosa
o cuando te observé confesándote humana".
Elvira Sastre (Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo)