lunes, 18 de diciembre de 2023

Adéu



Me enamoré de ti en el primer instante en que te vi, y ya no me da vergüenza decirlo en alto. Porque me cruzaste todo el cuerpo con tu primera sonrisa, porque me calaste los huesos con tu primera caricia, porque tu voz quebró mi raciocinio, porque me encantó tu nerviosismo disfrazado de seguridad, porque con tu primer beso, desmontaste toda mi realidad y quebraste mis cimientos.

Me enamoré de ti, y no me da miedo reconocerlo, porque total, ya no estás. Te engañé cuando te dije, pasados los meses desde ese primer beso, que sentía que me estaba enamorando, porque no era cierto. Ya lo estaba sin saberlo, desde mucho tiempo atrás y sin haberte visto, desde esa noche cálida de verano en la que no me podía dormir, imaginando cómo serían tus labios, tu olor y el tacto de tu piel.

Me enamoré de ti, y ahora que estoy pagando el peaje, duele, porque cada vez que te pienso, tengo que convencerme de que no estarás más entre mis sábanas. Y tengo que aprender a ver tus fotos sin que se remueva todo mi interior ni me asalten, de repente, miles de recuerdos e ilusiones que jamás serán.

Y cuando el silencio de la noche me envuelve y no me deja dormir, me tomo una copa de vino a tu salud, recordando lo feliz que me hiciste reapareciendo en mi vida. Y es justo en ese momento, en el que sólo puedo dar forma al dolor de tu ausencia, cuando uno palabras con más o menos sentido, para que me ayuden a calmarlo. Y sólo entonces desapareces, y puedo volver a respirar y a sentir que vale la pena todo lo vivido contigo, para transformarme como lo hacen las mariposas. Pero me descuido, bajo la guardia y, sigilosamente como una serpiente, reapareces en mis sueños, y lo único que quiero es que caigas en el olvido, porque es la única manera que tengo de dejarte ir, porque en el fondo, tú nunca quisiste quedarte y yo nunca quise que te fueras...




No hay comentarios:

Publicar un comentario