jueves, 7 de enero de 2016

Circular


La vida es circular. Todo son círculos concéntricos o tangenciales que nos determinan nuestro pasado, presente y futuro. El universo, nuestro mundo y nuestra realidad está contruída circularmente. Desde lo más insignificante, como las pequeñas células a partir de las que nace cualquier tipo de vida, hasta los planetas, el sol, las estrellas, la luna y los anillos de Saturno. Los globos de colores, las ruedas, el volante, los tocadiscos, las monedas, los cráteres de los volcanes, las norias, los mandalas, los ojos de los huracanes, el vuelo de las aves, las pupilas por las que vemos nuestra realidad, el símbolo de la paz, incluso el infinito es casi circular. 

¿Qué podíamos esperar de las emociones, sentimientos, relaciones y afectividades? Aunque estén llenas de aristas, son totalmente circulares. Porque todo tiene un principio y un fin, porque en el amor todo empieza y todo acaba, y para acabar hay que cerrar bien el círculo, que la energía de una relación se quede donde le corresponde, porque hay algunas que empiezan mal pero acaban bien y otras empiezan bien pero acaban mal. Lo que damos, lo que hacemos, lo que transmitimos, lo que somos, todo vuelve. Circularidad, nada más. No podemos avanzar si no cerramos adecuadamente nuestro pasado, porque nos atormenta durante años, formándose una espina que nos taladra la mente y el corazón. Y mientras tanto, el círculo queda incompleto, le falta ese pequeño pero fundamental trozo de circunferencia. Hasta que llega un día en que somos capaces de cerrarlo, para completar el pasado y dejarlo volar, porque nuestros círculos forman parte de los círculos de otras personas que han estado en nuestro interior, y hasta que no se cierren, no las podremos dejar ir. Y entonces, ese día, un día cualquiera en que la fuerza de las circunstancias y del querer cerrar bien el pasado para que la energía fluya en positivo, sólo ese día, que bien puede ser hoy o mañana o dentro de una semana o de un mes o de un año o de seis años, ese día, devolvemos la circularidad a la energía universal de la que formamos parte y, de repente, somos capaces de volver a respirar y a sonreir por esa persona a la que impedíamos, sin quererlo, cerrar su círculo. 


Ahora sé que podrás volver a sonreir desde el corazón, porque te lo mereces, porque hace demasiado tiempo que lo necesitabas, porque todo llega y tu hora de caída de espina ha llegado. Porque sólo cerrando tu círculo, puedo abrir nuevamente el mío. Para tí, Kame, porque pasados tantos años ya puedes, al fin, respirar tranquilamente.


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