viernes, 13 de octubre de 2023

Whisky Sour



Cuando pedí la primera cerveza, mientras esperaba a que llegaras al restaurante, no me podía ni imaginar que apurando el último trago ya me habrías atravesado la amígdala y la piel. Tu sonrisa me enloqueció en el mismo instante en que tus dedos, delicadamente, rozaron mi brazo y erizaron mi piel. Me fascinó tu mirada, tu seguridad, tu sonrisa, tu mente, tu sentido del humor, tú tan cerca desarmándome por completo. Si me preguntas de qué hablamos esa noche, tan sólo podría decirte que un poco de todo. Mis retinas y mi hipotálamo sólo respondían a todas las veces que echabas la cabeza hacia atrás mientras sonreías, al aroma de tu perfume que me envolvía cada vez que te acercabas a mí, al roce de tus dedos al enseñarte una foto antigua, al descaro con que sabías que me robarías un beso, antes de que me hubieras besado...

Tuvimos conversaciones interesantes, pero no fui capaz de captar cada palabra que me regalabas, porque sólo tenía capacidad para mirar tus manos, moverme disimuladamente para rozar tu pierna, y perderme en el sentir de tus labios pronunciando mi nombre.

Fuiste una exhalación que me deshizo con tu primera sonrisa. Touché, madame, sin necesidad de nada más... touché... porque me hiciste sentir especial, porque no pude resistirme al alma que dejabas entrever. Lo único que quería era sentirte cerca, notar tu respiración al hablarme dentro de esa coctelería con fondo de música de jazz. Te pediste un whisky sour, bebida elegante y con clase, como no podía ser de otra manera.

No tengo claro quién besó a quién cuando salimos de la coctelería, porque mi cabeza estaba perdida en tus labios suaves y en cogerte de la mano. Tan sólo sé que volvería a repetir una y otra vez la magia de ese momento, porque desde ese día, llevo tatuados tus labios, tu mente y tus besos en mi piel...


No hay comentarios:

Publicar un comentario