viernes, 18 de mayo de 2012

Quid pro quo


- ¿Qué quieres a cambio de mi amor?
- No has entendido nada. El amor no será nunca para mí moneda de cambio. Te has equivocado de persona.
- Pero si tu me dijiste…
- ¿Qué es lo que te dije? Sigues sin saber ver más allá de las palabras. Me puedes llenar los oídos de bonita prosa, pero que carezca de sentido alguno. Y en eso, cariño, eres especialista. ¿Así que a estas alturas me vienes con el quid pro quo?
- ¿Qué hay de malo en ello?
- Pues que con tu reiterado egoísmo y tu sobrada palabrería, acabarás perdiéndome para siempre.

Y de un portazo salió a la calle, cogió su bicicleta y se dirigió hacia la playa, para que no le viera llorar. Sabía que allí podría ahogar su decepción ante un mar transparente y con un vaso de ron...



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