¿Y me preguntas que por qué me cuesta olvidarla?
Porque nunca has sentido su mirada atravesándote todo tu ser,
resquebrajando tu espina dorsal y explotándote en las manos.
Porque nunca antes dos pupilas negras y unas pestañas largas
me habían humedecido tanto,
hasta el último poro de mi piel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario